eTestimonios

Gente de la calle que cree en Dios

28 mayo 2006

Te dicen que eres libre porque puedes elegir entre cien modelos; la verdadera libertad consiste en no necesitar ninguno

A los treinta años, José María Márquez abandonó su carrera en el mundo de la empresa y decidió emplear el resto de su vida en socorrer a los más pobres de las zonas más deprimidas del planeta. En su camino encontró la fe de la mano de la madre Teresa de Calcuta.

Nacido en Madrid hace cuarenta y un años, alumno de ICADE, José María Márquez trabajaba en Amsterdam como ejecutivo de una entidad bancaria. Parecía que le aguardaba un futuro brillante. Pero aquella vida no le llenaba.

Más que de una iluminación repentina, se trató de un proceso. Quería ponerse al servicio de los más desfavorecidos, allí donde este planeta es un valle de lágrimas. Así que decidió pedir un año de excedencia y emprender el camino de Calcuta.

En aquella ciudad donde la miseria se huele, se siente y se palpa, comenzó a ayudar en la Caridad que encabezaba la madre Teresa de Calcuta. Nada más llegar, quiso dar marcha atrás. Enfermos terminales, víctimas del sida, etc. Pero aguantó. Y terminó reconociendo a Jesucristo en el rostro de los que sufrían y, por supuesto, en el trabajo abnegado e impagable de aquellas religiosas.

"Al principio no entendía nada, y ni siquiera pensaba que pudiera ser útil. Estaba en un auténtico moritorio. Les preguntaba a aquellas mujeres qué hacíamos allí exactamente, en un lugar donde los enfermos terminales iban sólo a morir. Ellas contestaban que apretar la mano de un moribundo era todo menos inútil. Poco a poco lo fui comprendiendo. Me impresionaba el instante de la muerte, era un chasquido sordo, silencioso, inconfundible. Se sabe el segundo exacto en que alguien muere”.

"Recuerdo el caso de un chico, de apenas catorce años, con una disfunción en las piernas que le impedía completamente caminar. Tenía que arrastrarse, que reptar, para llegar hasta el cuarto de baño. Todos los días intentaba dar unos pasos, pero nunca lo conseguía. Descubrí que al limpiar a los enfermos, me estaba limpiando a mí mismo, que ellos nos daban mucho más de lo que les dábamos, y que lo difícil no fue ir, sino volver y dejar todo lo que tenía allí, el mundo de Teresa de Calcuta ".

Volvió, pero no por mucho tiempo. Las vivencias de Calcuta le empujaban a descubrir nuevos caminos, y la siguiente ruta fue África. En Malawi vivió nueve años. Es uno de los lugares más pobres del planeta. Hambre y sida -enfermedad padecida por un tercio de la población- son dos plagas devastadoras que colocan la esperanza de vida en 37 años.

"Sin embargo, las personas no son más felices aquí, en este mundo tan libre y avanzado ¿Sabes por qué? Resulta que en África todo lo miran con ojos de hoy: hoy he comido, hoy he dormido. No conciben necesidades más allá de las básicas. Aquí todos se agobian por lo que va a venir: tengo que pagar la hipoteca a fin de mes, el coche... No miran con ojos del presente. Al final no hay mayor felicidad y sí más angustia. Nos dicen que somos muy libres porque podemos elegir entre cien clases de azulejos. La verdadera libertad es otra cosa, consiste en no necesitar azulejos."

Actualmente, José María Márquez -que también ha viajado por Kenia y Sudán- trabaja en la oficina de Madrid de África Directo, "donde hoy por hoy puedo hacer más". Desde ahí apadrina el hospital que él mismo promovió.

Fuente Alba

Sección Cristianismo/Christianity

21 mayo 2006

Si alguien piensa que somos unas incultas, me gustaría verle planificando una comida para trescientas personas

Tanto Bernadette Pliske, de veintitrés años, como Andrea Feehery, de veintisiete, pertenecen al Opus Dei. Se dedican profesionalmente al cuidado doméstico de los centros. Ahora, trabajan en un centro de retiros y conferencias de Indiana, Estados Unidos.

Tanto Pliske como Feehery dan la impresión de ser unas chicas brillantes y elocuentes. ¿Qué piensan acerca de apuntarse a un estilo de vida en el que muchos creen que desperdician su talento?

«Yo lo veo como un honor -responde Feehery-. Me gusta ser la madre de todos en el Opus Dei. Lo entiendo como una profesión pero cada vez lo veo más como una madre. Mi trabajo consiste en comprobar que los miembros de la familia tienen todo lo que necesitan. Nuestra Señora hizo lo mismo por Dios.» Es algo extraordinario. Se podría sospechar que Feehery estaba simplemente siguiendo directrices de partido, pero estábamos hablando en una habitación a solas con total libertad. Feehery no parecía en absoluto el tipo de persona que permite que le impongan lo que tiene que decir.

Pliske estuvo de acuerdo. «Si no fuera numeraria auxiliar en el Opus Dei, estaría haciendo algo parecido en otra parte. Podría estar cuidando de mi familia. Aquí puedo ser la madre de una gran familia. Me encanta. Pienso en mi propia madre y en nuestra Señora en la vida de nuestro Señor.»

También afirma que las numerarias auxiliares son «totalmente capaces» de hacer otras cosas, pues su vida es una elección, no falta de otras opciones. «No es cierto que seamos unas incultas, quien lo piense tiene preparado un reto: me gustaría verles planificando una comida para trescientas personas.»

«Mucha gente no tiene una figura materna que cocine, lave y cuide de la familia. Mi madre se quedó en casa y ahora me doy cuenta en la vida de lo importante que fue su decisión.» Pliske confesó que tiene muy mal recuerdo de los dos anos que su madre trabajó fuera de casa. «Me encerré en casa. Ella no estaba cuando yo llegaba en el autobús.» Más tarde, la decisión de su madre de volver a casa la recibió como «un auténtico regalo».

Feehery comentó que aprecia en sus amigos una tendencia a valorar los logros con criterios externos. «Recibo sus correos electrónicos y al final siempre adjuntan esos largos tratamientos. Siempre me pregunto por qué es tan importante.» Cree que la satisfacción es «una gracia que se recibe de Dios». Feehery no ha abandonado sus intereses más tempranos. Tenía un talento en ciernes en el instituto y aún estudia arte en su tiempo libre. Además, no siente ningún remordimiento por las cosas que ha dejado en el camino.

«Estoy muy comprometida», afirma. «Todo el mundo pasa una crisis en el ecuador de su vida y sé que me abordarán esos pensamientos. Pero ¿qué es lo que hace que un marido se quede con su mujer cuando pasa? En esos momentos se debe rezar con más intensidad.»

«Conozco personas que odian su trabajo pero yo nunca me aburro -prosigue. No se trata sólo de poner los platos sobre la mesa, sino en lo que hay detrás de este trabajo. Se trata de a quién se lo haces y por qué lo hago. Eso hace que limpiar los lavabos pinte un poco mejor», bromea.

Fuente: J. L. ALLEN, Opus Dei, Planeta

Sección Cristianismo/Christianity

Algunas jóvenes vienen a mi puerta hasta sin dientes; si la gente viera esto nunca querría la legalización

El País, 17.V: Médicus Mundi pide se combata la prostitución, mientras CCOO propone que se legalice. El PSOE pide a la selección de fútbol que condene la prostitución en el Mundial.

El Mundo, 20.V: presidente de la FIFA reconoce que el Parlamento de Europa, el Consejo de Europa y el Parlamento de Suecia le han rogado un posicionamiento público sobre los “híper del sexo”. En este contexto, recogemos el siguiente testimonio.

Una ex prostituta, Linda Watson, conversa, se encontró personalmente con Juan Pablo II para pedirle que rezase por ella y por su trabajo a favor de otras mujeres que quieren abandonar el comercio sexual.

Cuando Linda Watson se encontró con el Santo Padre se acordó del relato del Evangelio sobre la mujer de mala reputación que encontró a Cristo. «No podía creer que estuviera realmente frente a él», reconoció Watson a Zenit tras la audiencia con el Papa. «Ha sido verdaderamente extraordinario», declaró. «Empecé a decir en polaco, mi segunda lengua, “¡Padre Santo mío!”. ¡La experiencia ha sido entusiasmante, pero a la vez de gran humildad!»

Linda Watson pudo dejar las calles después de 20 años para convertirse y, con ayuda de su arzobispo, levantar casas para mujeres deseosas de salir de ese tipo de vida.

Se cuenta entre las principales promotoras de la campaña contra la legalización de la prostitución en su país, Australia, y fue elegida en 2003 en la nación como «la mujer más inspiradora del año». La propia Watson relata su implicación en las redes de la prostitución: «Tuve una vida difícil como madre soltera con tres hijos, cada uno de los cuales no tenía más que el suelo para dormir. Así que, cuando una mujer de apariencia pudiente me tocó en el hombro en el salón de té de mi humilde oficina y me dijo que podía ganar 2.000 dólares a la semana, me vi muy tentada».

La mujer en cuestión intentaba convencerla haciéndole ver la posibilidad de limitarse a una prueba de dos meses. «Nadie lo sabría y después podría dejarlo», le aseguró. En poco tiempo Watson se dio cuenta de la verdad, pero ya era demasiado tarde: «Tan pronto como empiezas, pierdes tu dignidad. Estás vendida. Mi primer cliente era directivo de alto nivel de los medios e inmediatamente fue como si hubiera sido vendida como un trozo de carne a todos sus millonarios».

En seguida, la situación pasó a estar «fuera de control». El dinero y la manipulación «eran un tipo de red de seguridad que te ponen alrededor y si intentas dejarlo para empezar una nueva vida no tienes dónde ir para recuperar el respeto y reconstruir una vida».

Dejarlo parecía imposible hasta que «invoqué a Dios en su corazón por pura desesperación. Fue el día en que murió la princesa Diana de Gales. Por primera vez me di cuenta verdaderamente de que la riqueza y el poder no eran la respuesta a todo. Ciertamente, a ella no le habían salvado la vida».

Linda decidió buscar trabajo, pero nadie la contrataba. Entonces sintió que Dios le había dado la misión de salvar a otras mujeres atrapadas, pero una vez más nadie se mostró dispuesto a ayudarla. «No sé cuántos me rechazaron, hasta que llegué a la puerta de la oficina del arzobispo católico. Él percibió mi visión de futuro».

Fr. Barry Hickey, arzobispo de Perth (Australia), relató a Zenit que antes de encontrar a Linda no sabía cómo desbaratar la industria del comercio sexual. «Sabía que enviar a un asistente social normal en el terreno no llevaría casi a nada. Necesitaba alguien que conociera la actividad desde dentro. Y ella fue mi ángel de la esperanza».

Así comenzaron las casas de recuperación «Linda’s Houses of Hope», para proporcionar refugio, asesoramiento y protección. “Algunas de las jóvenes vienen a mi puerta hasta sin dientes –revela Linda-. Algunos hombres les hacen saltar los dientes a golpes, así que debemos ocuparnos de atender todos estos aspectos”.

A la vista de la difusión de la violencia y de las drogas, Watson se irrita al oír a políticos que tratan de sacar adelante proyectos de ley para legalizar la prostitución. “Están tan destruidas que están como muertas, a modo de “muertos vivientes”. Si la gente viera esto nunca querría la legalización”.

«La prostitución te destruye. No te estimas a ti misma y te parece que nadie podría amarte jamás». Ella preguntaría a los políticos: «¿Les gustaría que esto le ocurriera a sus hijas o hermanas?».

En su labor, Watson se ha inspirado en la Madre Teresa de Calcuta y en Juan Pablo II. Su vida actual no está exenta de peligros. Su éxito en exponer los abusos contra las mujeres le han ganado muchos enemigos. Con todo, Watson lo considera como una pequeña cruz que hay que ofrecer a lo largo del camino.


Fuente Zenit


Sección Cultura/Culture

14 mayo 2006

Sólo le pido al Señor que me dé fuerzas para cuidar a mi querida esposa hasta cuando Él quiera

Me llamo Sotero Aguirrezabal y soy un joven de 80 años, de Durango de toda la vida. Joven emprendedor, fundé lo que en aquella época fue la imprenta del duranguesado. Se me podría definir como hombre activo, sensible y de “mala leche”.

Hace seis años mi vida cambió de forma radical por la enfermedad que contrajo mi querida esposa, el famoso alzheimer. Antes de continua, he de decir que ella también era muy activa y con carácter fuerte.

Dios ha querido que la enfermedad en mi mujer haya tenido una progresión rapidísima. En los últimos años, es cada vez más difícil oírle decir una palabra. Pensar en lo que era, te deja boquiabierto al comprobar lo que puede llegar a hacer una enfermedad. No sé si entiende las cosas que le digo.

En esta situación, cuando muy de vez en cuando y muy bajito oyes un gracias, solo te viene a la cabeza una idea: “gracias Dios mío por este detalle de cariño que has tenido conmigo”, y a continuación piensas que todo lo que has hecho ha valido la pena.

Vivo para mi mujer y su atención. Desde las siete de la mañana que me levanto hasta las 22,30 que me acuesto. Lo primero que hago es prepararle un zumo, que hay que dárselo ayudado de una jeringa; más tarde lavarle, darle cremas para que no se llague,.... y todo con muchísimo cariño.

Muchas veces, cuando voy a la farmacia o a hacer la compra me preguntan:
- ¿De dónde sacas las fuerzas para hacer todo esto?
Suele dar la casualidad de que vuelvo de oír Misa y les digo:
- ¿De dónde?, ¿sabes de dónde vengo? De Misa, pues de ahí saco la fuerza.

Cada mañana, al ofrecer el día al Señor le digo: todo esto te lo ofrezco, solo te pido ayuda para, en momentos de cansancio y tristeza, seguir adelante con fuerzas. Y así es mi día, cuidando a la persona que más quiero. Sería difícil contar las veces que a lo largo del día le repito al oído cuánto le quiero, aunque no sé si me escucha.

Los momentos que dedico a diario al trato con Dios en la oración y en la santa Misa, y al trato con santa María en el rezo del santo rosario, son de donde saco la fuerza para seguir adelante en los momentos de debilidad, que también los hay.

Sólo le pido al Señor que me dé fuerzas para cuidar a mi querida esposa hasta cuando Él quiera.

Sección Familia/Family

Todavía hoy me pregunto por qué el santo me hizo ese favor tan grande

No sé cómo comenzar este relato. Lo que voy a contar sucedió hace unos tres años y aún no puedo creerlo. Soy católica y cuando he tenido problemas importantes le he pedido y rezado a Dios y a la Virgen María; desde hace tiempo, también a san Josemaría Escrivá de Balaguer, ya que tengo una hija perteneciente al Opus Dei y nos invita a que le recemos a él. Fue un hombre extraordinario y ha obrado muchos milagros.

Esta hija mía ha estudiado en la Universidad de Navarra. Y en una de las visitas a Pamplona para dejarla estudiando, me ocurrió este hecho que ahora paso a relatar. Era por el mes de septiembre del año 2003, y en esta ocasión tras dejar a mi hija en su residencia para preparar los exámenes, nos encaminamos a un pueblo cercano que se llama Puente la Reina, y que por su belleza lo habíamos elegido para visitar. Allí pernoctamos.

Al levantarnos le referí a Pedro, mi marido, un sueño que tuve esa noche con un señor que, según él mismo me contaba, estaba muerto hacía muchos años, pero no paraba de decirme que le cogiera su mano y que estuviera tranquila, y que no iba a pasar nada y que todas las cosas iban a solucionarse.

La paz que sentí toda esa noche fue extraordinaria; no suelo recordar mis sueños casi nunca, pero cuando lo hago son cosas tan intrascendentes que no se las cuento a nadie. Pero ese sueño tan especial sí se lo conté a mi marido.

Tras desayunar proseguimos nuestro viaje a nuestro próximo destino, que era Zaragoza. Y sin saber por qué, nos salimos de la ruta y perdidos llegamos a un pueblo llamado Javier. Tengo que parar un poco porque, aún hoy, escribiendo, las lágrimas me afloran sin querer, recordando ese día.

Entramos a un bar a tomar café y vimos a muchas personas que se dirigían al mismo sitio. Le pregunté al camarero y me dijo que estábamos en Javier, y que la gente iba hacia el castillo donde había nacido san Francisco Javier, del que yo no sabía casi nada.

Al entrar, mi mirada se dirigió hacia un tablón en el que había muchas estampas del santo. Y cuál fue mi sorpresa que al ver las imágenes comprobé con asombro que aquel señor era el mismo que me había estado hablando toda la noche.

Pedro vio cómo me quedé lívida, y llorando le dije: ¡Es él!, ¡es él!, el mismo del sueño. Sentí una emoción indescriptible. Al salir, y temblándome las piernas, fuimos a una tienda cercana donde venden recuerdos y estampas del santo, y entre ellos la imagen de un Cristo al que san Francisco Javier le rezaba siempre.

Pasado un año vino a estudiar a Pamplona el tercero de mis hijos. No le fue bien, pues tenía problemas graves en los que hoy día caen muchos jóvenes de su edad... Le recé a Javier con mucha devoción durante un tiempo, y hoy a este hijo lo hemos recuperado. Le dije a mi santo que iría a la “javierada” que es un acto que reúne a muchos peregrinos en Javier cada año.

El 5 de marzo de este año 2006, me encontraba con mi marido en la explanada del castillo de Javier dándole gracias a san Francisco por haberle tendido la mano a mi hijo y sacado del pozo en el que estaba. Tras acabar la misa subimos casi en volandas para venerar y besar la reliquia que desde Roma habían traído de él (su brazo incorrupto). Todavía hoy me pregunto por qué el Santo me hizo ese favor tan grande de soñar con él y llevarme al sitio exacto donde nació. Lo cierto es que lo tengo presente y no hay día que deje de rezar con él la oración al Cristo que veneraba.

Pilar P. P.

Sección Cristianismo/Christianity

07 mayo 2006

El artista puede ofrecer mucho a los demás porque tiene capacidad de trascender las cosas y de tocar lo espiritual

Javier Santurtún es Licenciado en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco. Entre 1979 y 1999 fue profesor de Artes plásticas en el Colegio Gaztelueta, compaginándolo con la dedicación a la pintura. Actualmente se dedica exclusivamente a la creación artística.

En las explicaciones de tu web hablas de “redimir la materia”. ¿A qué te refieres?

En los noventa aquí se produjo la desindustrialización y se derribaban fábricas. Yo buscaba los viejos rincones, las cosas pequeñas que casi no se pueden pintar, los residuos arrumbados, etc. A menudo indagaba en ellos y les sacaba muchas fotografías, con la esperanza de que esas cosas envejecidas y anónimas tuviesen algo que decirme, algo que les saque de la destrucción. Acercaba el objetivo y lo dirigía a los detalles que a primera vista no son dignos de verse.

Después, he trabajado y dado forma a lo que me ha resultado interesante, lo que desde fuera podría parecer un disparate, y me voy enamorando de esos materiales. De alguna manera, comienzo a compadecerme de ellos. Se vuelven dignos de ser redimidos, como elevados a un nuevo modo de ser, apareciendo ante nosotros de nuevo originales, incluso más que cuando eran útiles.

En este proceso hay algo que se puede subrayar: incluso lo más pequeño y pobre puede tener una riqueza insospechada, si se observa con calma. Es fácil sacar la misma conclusión con las personas. Yo mismo me veo reflejado en esas cosas, o las veo como señales de la dignidad de los más débiles.



Tú eres creyente. ¿De qué modo está presente Dios en tu obra?

Por supuesto que se percibe en mi obra la relación con Dios y el puesto que ocupa en mi vida. Más aún, los trabajos del artista expresan su interior, pues su vida y su labor se influencian mutuamente.

Para mí, mi cometido es fuente de alegría, algo que hago a gusto y me enriquece; lo hago muy agradecido, a pesar de que la vida del artista es dura. El motor no es ganar dinero, sino otros intereses y sueños, más penetrantes y dolorosos. En último término es una aventura que a veces te hace sufrir y otras te llena de felicidad. Pero no se puede dejar. Te enreda tanto que te hace dejar la comodidad, la seguridad, la tranquilidad económica, etc.

Pero no se trata sólo de que el trabajo sea agradable; también te empuja a llegar a otros. A mi juicio, Dios también puede tener ese deseo: que mi trabajo sea para los demás fuente de bien y paz, o que ayude a mirar aquello que refleja la riqueza del alma

No pretendo que mi obra sea un sermón. Es una consecuencia fundamental y sencilla del modo de vivir que he elegido, surgida sin querer, con la convicción de que las manos de Dios me redimen cada día; que pone en mí su mirada amorosa. Y yo, que soy poca cosa, soy de mucha importancia para Dios. Esa misma paternidad no muy razonable de Dios es la que el artista tiene para con su trabajo de creador.

Así entiendo yo la carta que Juan Pablo II dirigió a los artistas. Habla de la llamada del artista al servicio de la belleza y del bien de todos. En mi opinión, el artista puede ofrecer mucho a los demás, no por lo que él mismo hace, sino por lo que él mismo es y su modo de entender la vida. Porque gracias a su trabajo tiene capacidad de trascender las cosas, de tocar lo espiritual y eterno. Luego, es responsabilidad de cada uno manifestarlo a los demás.

Más información: www.santurtun.com

Sección Cultura/Culture

Aborté hace diez años; tenía miedo, y como te ofrecen esto, pues te lo planteas; pero te informan menos que cuando te vas a sacar una muela

«Soy portavoz de las Víctimas del Aborto porque soy víctima. Nunca nadie me informó de las consecuencias psicológicas que iba a sufrir tras abortar».

«Los médicos no ofrecen ayuda, el Estado no informa, los medios de comunicación manipulan. Te lanzan el mensaje de que abortar es libertad, es progreso, de que no pasa nada. Por lo que no puedes contar tu caso, porque te tratan como si fueses rara. Te hacen un juicio. Pero los medios de comunicación deben informar. ¿Por qué no se televisa un aborto? Hemos visto imágenes de todo tipo, pero jamás hemos visto un aborto. Nadie dice qué es lo que pasa allí. Hablan del aborto como si no fuese nada, como si fuese normal, y eso te hace daño».

«Te voy a explicar por qué soy víctima. Yo era joven y estaba sola. No tenía nadie a quien acudir. Tienes un problema importante, estás sola, llena de miedo, y como te ofrecen esta posibilidad, te lo empiezas a plantear. El tiempo aprieta cada día que pasa y tú sigues sola. Así que llamé por teléfono a la 'clínica' Dator. Yo estaba de tres meses y me dieron cita para el día siguiente, como con prisa, lo cual es normal, porque cuanto más tiempo tengas para pensar, para reflexionar, menos les conviene a ellos».

«Al día siguiente fui a la clínica. Es algo extraño porque tú no quieres ir, pero la soledad te lleva, no te queda otra, es lo único que te ofrecen. Yo esperaba algo de información, y lo que me encontré en la Dator fue una situación surrealista. Allí no hay una mirada amable por ningún sitio, hay mucha frialdad. En la gente, en el ambiente. Ni una sonrisa. Te pasan a una sala de espera en la que sólo se oyen murmullos, y se tiene una visión tétrica: las caras de las mujeres que allí estamos. Esas caras no se me olvidan nunca».

«El médico no te dice absolutamente nada. Mientras te examina, por supuesto tú no ves la pantalla del ecógrafo. Verifica una serie de cosas y te mandan de vuelta a la sala. Tú miras las caras. Las chicas más jóvenes recuerdo que lloraban bajito, sin hacer ruido. Nadie comentaba nada con nadie y reinaba el silencio, cuando en tu interior gritabas muy fuerte: ¡no quiero! Pero son gritos ahogados, que no escucha ni quien tienes al lado, sólo los oyes tú. Entonces pasas al psicólogo y esperas que te diga algo, y no te dice nada. Quieres que te digan que no lo hagas. Pero al revés, te dicen que no pasa nada, que es algo muy sencillo, muy fácil, y que cuando acabes, te vas a casa como si nada, cuando la realidad llega después. La cosa es que el psicólogo te descuadra todo, porque esperas una mínima explicación, y allí no te dan ninguna».

«Te pregunta qué tal estás, que con la cara que llevas no hace falta ni que contestes, y te dice que tienes que firmar un consentimiento informado. En el documento escrito que te dan no dice nada de las consecuencias psicológicas o de los posibles traumas que pudieran dar¬se, ni siquiera lo menciona como posibilidad. Te dicen que no pasa nada, que es muy rápido y que en cuanto acabe, te vas a casa, como si nada. En ese momento te sien¬tes totalmente ida, desamparada. No eres persona. No te preguntan por qué puede suponer un mal para ti el seguir adelante con tu embarazo, que se supone que es el supuesto al que te acoges. Te informan menos que cuando te vas a sacar una muela. Te lo hacen y se olvidan de ti. Y tú apáñatelas como puedas.»

«Tras hablar con el psicólogo te vuelven a pasar a la sala. Estás desorientada. Al rato te vuelven a llamar y te dicen que te desnudes, sin pudor alguno; no te dan una bata ni nada, y vas desnuda hasta la camilla, y una vez que te colocas igual que si fueses a dar a luz, entra el médico. Recuerdo que tras ponerme una anestesia local, me dijo que como no me tranquilizase, íbamos a estar hasta mañana, y que me iba a doler más. Hizo la intervención. Es rápida y muy molesta. Yo estaba mirando al techo gritando ¡pare!, pero sin gritar. Quería salir corriendo de allí, pero no puedes. Es tan duro asumir lo que es¬tá pasando como la manera en que está pasando. Al tiempo que el médico hace su trabajo, las enfermeras tienen una conversación paralela. No están pendientes de ti.»

Después describe que pudo ver los restos de su hijo metidos en un bote: «Lo echan en un recipiente de cristal y se queda ahí, apartado en un lado. Tú lo ves. Es curioso cómo antes del aborto no te dejan ver la pantalla del ecógrafo por si te arrepientes, pero una vez que estás en la camilla, les das igual. Lo dejan allí apartado, lo ves. Si estás de tres meses, no ves sólo líquido. Yo vi trocitos de carne. Luego una enfermera se lleva el bote. En ese momento es como si te arrancasen con él la vida. Te han arrancado de cuajo tu personalidad, tu vida, tu integridad. Lo notas salir de dentro. Y se lo llevan como el que carga un saco de patatas. Esa imagen no se te borra de la mente en la vida».

«Te vistes como puedes, sola, nadie te ayuda, y pasas a una salita diferente a la anterior, porque no permiten que las chicas que están esperando vean cómo te sacan de allí. Al final aparece una enfermera, te pregunta si te mareas, y sí le dices 'no', te contesta: 'Pues hala, ya puedes irte a casa'».

«Quieres salir a ver si te da el aire, pero dentro te has dejado algo, no estás entera, y se te cae el mundo. No sé ni cómo llegué a casa. Era viernes y estuve los tres días metida en la cama. Pero llega el lunes. Así que te levantas, te vistes, y te vas a trabajar. Como si nada. Eres otra, pero la gente no lo sabe. Es imposible llevar algo así».

«A las chicas con las que he hablado yo, les pasa de todo. Algunas ven a lo mejor un niño de cuatro años, que es la edad que debería tener su hijo, y se echan a llorar. Es algo que puede salir enseguida, a los cinco años o a los veinte, por un programa de TV, o por algo que cuenta una vecina. Eso está latente ahí, y un día salta. Entonces prepárate, porque en España nadie da ayuda para superar esta patología. Estás sola.»

Fuente La Verdad

Sección Vida/Prolife

30 abril 2006

Me pregunto cómo han sido capaces mis padres de llevar esta enfermedad, y no hay otra respuesta que el gran amor que se tienen

Me llamo Mª Victoria, tengo 33 años y soy la cuarta de diez hermanos, el mayor tiene 40 años y el pequeño presume de sus 19 años recién cumplidos. Os quiero contar la experiencia que estamos viviendo en nuestra familia desde hace 12 años.

En 1993, cuando mi padre tenía tan sólo 55 años, le diagnosticaron la enfermedad de Alzheimer. Al principio los médicos hablaban de depresión, estrés y agotamiento y la verdad es que estuvimos casi dos años con la incertidumbre de lo que padecía, aunque por los síntomas que presentaba nos temíamos lo peor, como así fue.

Los primeros años de la enfermedad fueron muy duros para todos, pero especialmente para mis padres. Mi padre tenía continuamente faltas de memoria, dificultades serias para mantener una conversación, una total falta de orientación (de manera que no podía salir sólo a la calle porque se perdía), se le olvidó escribir, leer,…. Muchas veces se le veía leer el periódico al revés, intentaba escribir palabras aunque sólo trazaba garabatos, y les pedía a mis hermanos pequeños que le enseñaran cosas básicas que él había hecho millones de veces porque no se acordaba.

Al principio fue totalmente consciente de que estaba perdiendo facultades y fue entonces cuando nos dio una lección de primera aceptando la enfermedad con valentía y confiando plenamente en Dios. Recuerdo perfectamente cómo un día mi padre, cuando todavía era consciente, le dijo a mi madre que no se preocupara por su enfermedad, que Dios les ayudaría y que ella se preocupara de nosotros.

Mientras sucedía todo esto, la verdad es que mi madre pasó un calvario. Intentaba a todas horas suplir las carencias de mi padre pero a su vez iba viendo cómo mi padre se iba deteriorando a pasos agigantados, hasta llegar incluso a no conocer a sus hijos. A la última persona a la que dejó de conocer fue sin duda mi madre. Ya muy enfermo, le llamaba “mi chica” y le pedía perdón muchísimas veces al darse cuenta que no sabía hacer algo o que lo hacía mal (aunque realmente no podía hacer las cosas mejor por su enfermedad).

Actualmente, mi padre, tras doce años de enfermedad, se encuentra las veinticuatro horas del día tumbado en su cama. Ha perdido totalmente todas las facultades básicas y tan sólo es capaz de digerir alimentos triturados. Podemos contar con la ayuda de tres personas para cuidar a mi padre noche y día, y eso nos permite seguir teniéndolo con nosotros en casa, por lo que damos muchas gracias a Dios. Muchas personas nos aconsejan que le llevemos a una residencia puesto que, dicen, ya no se entera de nada, pero nosotros pensamos que es un privilegio tenerle con nosotros y poder darle un beso cada vez que vamos a casa.

Otra cosa que parece que nos toca defender es que las personas, como mi padre, que se encuentran en esta situación siguen siendo tan personas como cualquiera, con la misma dignidad y con el mismo derecho a vivir y a ser cuidados y queridos. Además, pienso que Dios no se lo ha llevado todavía porque con esta enfermedad, mi padre, y sin duda mi madre, están dando un gran ejemplo de vida y consiguiendo que mucha gente de alrededor nos cuestionemos las cosas importantes de la vida. Lo que si os puedo adelantar es que han conseguido que toda la familia nos mantengamos muy unida, alrededor de nuestros padres.

Muchas veces, mirando hacia atrás, me pregunto cómo hemos sido capaces de llevar esta enfermedad y sobre todo cómo han sido capaces mis padres, los protagonistas de esta película, y creo que no hay otra respuesta que el gran amor que se tienen y la confianza y la fe que tienen en Dios.

Para nosotros, los hijos, mis padres han sido el mayor ejemplo de un matrimonio enamorado, y enamorado de sus hijos.

Sección Familia/Family

Un feto de 21 semanas sacó su mano a través de la incisión y cogió la mano del atónito médico

En noviembre del 2002 en la portada del New York Times se publicó esta fotografía de un bebé de 21 semanas de gestación, aún sin nacer, llamado Samuel Alexander Armas al que se le había diagnosticado una espina bífida y nunca sobreviviría si se le extraía del útero materno.

El Dr. Joseph Bruner, del Centro Médico Universitario de Vanderbilt, en Nashville, anunció que él podría llevar a cabo una operación in útero para corregir este defecto congénito, previo consentimiento informado de los padres Julie y Alex.

Durante el procedimiento, los cirujanos practicaron una operación cesárea y posteriormente realizaron una pequeña incisión en el útero materno, drenaron el líquido amniótico y realizaron la cirugía del pequeño feto.

En el momento en que el Dr. Bruner acababa de terminar la operación con éxito, Samuel sacó su pequeñísima pero bien desarrollada mano a través de la incisión practicada y cogió la mano del atónito médico.


El cirujano declaró haber vivido el momento más emotivo de su vida, al tiempo que sentía la mano de Samuel asiéndole uno de sus dedos, a modo de agradecimiento por obsequiarle con el regalo de la vida.


Los editores del NY Times titularon la foto "Hand of Hope" (mano de la esperanza). Su madre declaró no haber dejado de llorar, emocionada, durante varios días, viendo la increíble fotografía.


Samuel salió de la operación y lleva una vida totalmente normal hasta la fecha.

Sección Vida/Prolife

23 abril 2006

Una cosa estuvo siempre clara: no íbamos a abandonar a nuestra hija

En este relato, cuyos párrafos iniciales resumimos, la Dra. Karen Palmer, médica psiquiatra, narra su vivencia traumática del diagnóstico prenatal de graves malformaciones fetales de la criatura que llevaba en su seno, y de cómo lo asumió.

Cuenta su alegría cuando supo que iba a ser madre, y cómo la noticia de su embarazo alegró a su marido, médico también, y a los futuros y orgullosos abuelos; y de cómo las semanas siguientes estuvieron llenas de expectativas y esperanzas, de su sorpresa al notar, a las 18 semanas, los primeros movimientos fetales. Pero, de pronto, surge una preocupación: su vientre no se abulta en la medida de lo esperado. Acude a un obstetra que practica una ecografía y le da la terrible noticia de que hay un oligohidramnios y que el feto presenta malformaciones múltiples y tan graves que es muy probable que la gestación no pueda llegar a término.

Lógicamente, la noticia fue devastadora: Karen sintió por unos días la sensación de haber perdido a su hijo. Lloró mucho por él, como si ya hubiera muerto. Nos dice:

"La tabla de salvación a la que nos agarramos mi marido y yo era ésta: que aquella vida, minúscula y dañada, que se nos había dado, era preciosa y no la podíamos abandonar. En aquellos primeros días de zozobra, como si fuera consciente de la necesidad de recordarnos su importancia, el niño se movía dentro de mí mucho más de lo que lo había hecho antes. Llegamos a la conclusión, como padres y como médicos, de que no íbamos a hacer nada que no fuese para beneficio del niño. Así se lo dijimos al ginecólogo y él lo comprendió.

Los meses que siguieron fueron muy duros. Fuimos aprendiendo a querer a ese hijo tan especial e inesperado, y a temer el momento en que se nos pudiera morir. Nos ayudaron mucho los de nuestra familia, el sacerdote, y los amigos y colegas. Nos dieron muchos ánimos, y la verdad es que los necesitábamos. Una ecografía en la semana 25 mostró que apenas había tejido pulmonar, por lo que el pronóstico se ensombreció todavía más. Era tremendo sentirle lleno de vida y saber que nunca podría vivir fuera de mí. La gente me felicitaba cuando me veía por la calle o en el hospital, y me preguntaba cómo iban las cosas. Menos mal que, poco a poco, todos fueron sabiendo lo que estaba pasando.

Hubo dudas de cómo preparar el parto: si podría ser necesaria una cesárea, pues la presentación era de nalgas; si sería bueno monitorizar el parto o intervenir de urgencia en caso de que el cordón umbilical quedara comprimido. Mi cabeza daba vueltas. Unos momentos quería que todo terminara pronto, y otros deseaba que fuera posible llevarlo dentro de mí siempre, vivo y moviéndose. Pero una cosa estuvo siempre clara: no le íbamos a abandonar. Además, si tenían que hacerme la cesárea, yo quería estar despierta.

El 3 de agosto de 1993, por la mañana, el ginecólogo me hizo la cesárea. Sacó de mi vientre a Jennifer Grace -así la bautizamos- una niña sonrosada, preciosa, un poco pequeña, la verdad. La tuve en mis manos un momento, pero inmediatamente se la llevaron los pediatras. Mi marido y yo experimentamos una alegría real. Él se fue con ella a Pediatría y allí presentó la niña a los abuelos como una "luchadora muy valiente".

La volví a ver cuando tenía tres horas y media de edad. Una ecografía había confirmado que carecía de riñones y que no era posible que sobreviviera. Tenía también hipoplasia pulmonar, pero no quisimos que se hiciera nada, pues la ventilación asistida no le hubiera ayudado y si se prolongara podía provocarle un neumotórax. Durante los últimos cinco minutos de su vida la tuvimos en nuestros brazos y le dijimos adiós. Mi madre me ayudó a vestirla y le hizo unas fotografías.

¿Por qué cuento esta historia? Simplemente para que se sepa lo que sucedió. Quizá esto sirva para que algunos se planteen seriamente si el aborto es lo mejor que se puede hacer, tanto por los padres de un feto gravemente malformado, como por la criatura misma. Después de la muerte de Jennifer hemos pensado mucho sobre aquellos meses de mi embarazo. Fue un tiempo muy especial, precisamente porque ella estaba con nosotros. Ahora, podemos dar gracias por ella y echarla de menos como un miembro de nuestra familia al que quisimos mucho y al que hemos perdido.

Tuvimos un funeral para celebrar su corta vida y rendirle tributo por el bien que nos hizo. Podemos visitar su tumba y llevarle flores. Podemos hablar de ella. Y si tenemos otros hijos, podremos contarles cosas de su hermana mayor. Podemos hacer todo eso. Y eso nos ayuda a mitigar el dolor de haberla perdido. Si la hubiéramos abortado, todo eso nos estaría prohibido."

Texto completo en British Medical Journal, 1994

Sección vida/Prolife

Estoy seguro de que, en algunas casas, un hijo único da más guerra que mis cinco niños

Corría la década de los sesenta cuando se concedía premios a los padres que habían dado al mundo una abundante prole. En la pantalla grande, el entrañable Pepe Isbert intercambiaba en el salón de casa disparos y flechas en “La gran familia”.

También hoy, en una sociedad envejecida en la que la media de hijos se acerca a la unidad, hay padres que valoran los beneficios emotivos de un domicilio poblado por más de tres criaturas, el canon al que ha quedado reducida la categoría de familia numerosa.

Jaime ha saboreado los nervios en la sala de espera de maternidad en cinco ocasiones. Tanto él como Belén han compartido en la infancia los juguetes con una cuantiosa recua de hermanos

“¿Qué pasa que no tenéis televisión?" es uno de los comentarios con el que le han regalado los oídos al guipuzcoano Jaime García de Cárdenas (45 años, empresario, radicado en San Esteban de Gormaz). Esta clase de tonterías no coartan el carácter animoso de este titulado en Económicas; al contrario, si pudiera repetir su experiencia como padre lo haría porque con cinco vástagos la vida de padre es “una gozada”. Santiago, de 12 anos, Leticia, de 10, Pilar, de 8, Blanca, de 5 y Belén de 2, ayudan -cada uno en diferente grado- en las tareas del hogar a Belén (32 años).

Jaime y Belén consideran que cada edad tiene una partitura de acciones. "Hoy la gente quiere vivir una permanente adolescencia", afirma el primero. Un cierto egoísmo retrae a los jóvenes matrimonios a alumbrar un nuevo ser humano, pero esta concepción no se corresponde con la realidad.

Ambos destacan que sus padres contaron con menos medios económicos para sacar adelante a sus hijos hace casi 40 años. En contraposición, hoy se equipara a los niños con un bien material. "Ahora dicen 'me compro un coche, una casa y tengo dos hijos", y se sorprende cuando le lanzan halagos del estilo de "qué valiente".

Como antaño, los hermanos García heredan la ropa según van creciendo. La educación que reciben es clara: no hay "marcas" (sin ropa de moda salvo las zapatillas), no hay ''play station” y apenas se ve televisión, especialmente del tipo de 'Los Serrano' o “Ana y los siete'). Cada cuál se hace su cama y ayuda a poner y quitar la mesa. “Estoy seguro de que, en algunas casas, un hijo único da más guerra que mis cinco niños”.

Sección Familia/Family

09 abril 2006

Si en alguna familia tenían que nacer estas niñas para ser acogidas y queridas incondicionalmente, era en la nuestra

Somos Leire Zalba y Rober Gallastegui. Tenemos cuatro hijos que son una joya. Los dos primeros son Ander y Asier, de cuatro y dos años y las otras dos pequeñas son Nerea y Uribarri, son mellizas y ambas tienen síndrome de Down.

Queremos deciros que nos sentimos una pareja privilegiada en esta vida por tener los cuatro hijos que tenemos. En Durango, mucha gente nos admira, otros muchos piensan que estamos locos y les damos lástima por tener tantos niños y, encima, con síndrome de Down. Pero a nosotros nos importa muy poco todo eso, porque sabemos que el fundamento de nuestro matrimonio es agradar a Dios y por ello luchamos todos los días. Presentimos que estas dos niñas van a ser algo grande en esta vida. Son muchos los corazones que están transformando, en nuestra familia y en la gente de Durango, ya que Dios actúa claramente por medio de ellas.

Lo que al principio nos pareció un disgusto ahora es todo un regalazo de Dios. Sí, sí -como lo habéis oído- un regalazo. La fe nos ayudó a aceptarlo con gran ilusión, porque nos han enseñado que uno, cuando acepta la voluntad de Dios, es feliz. De lo contrario uno vive amargado y triste.

La verdad es que cuanto más planificas tu vida, el Señor te da sorpresas como ésta y te cambia todo de un plumazo, sin avisar. También pensamos, desde lo más profundo del corazón que, si en alguna familia tenían que nacer estas niñas para ser acogidas y queridas incondicionalmente, era en la nuestra.¡Esto es lo primero que nos dijimos cuando nos dieron la noticias y nos abrazamos inmediatamente después del parto! Sabemos que detrás de todo esto está la mano de Dios y que, iluminados con su gracia, sabremos afrontar todos los retos futuros.

Cuando todo parecía que se iba normalizando nos llegó el mazazo de la operación de Nerea. Si no procedíamos con rapidez a una delicadísima operación de corazón, la niña no llegaría a los tres años de vida. La operación no tendría tanto riesgo si se hubiera tratado de un paciente más adulto, pero es que Nerea sólo tenía cuatro meses y pesaba cuatro kilos. Nunca nos olvidaremos de la víspera de la operación, cuando ingresamos en Cruces: tuvimos una conversación con la niña a modo de despedida ya que el futuro era incierto.

Fue un momento muy intenso en el que sentimos una tristeza muy profunda que nunca habíamos experimentado antes, aunque esa pena estaba compensada con la calma y esperanza que nos daba la Virgen María, a quien habíamos confiado la vida de nuestra hija.

Por otra parte, estábamos seguros de que la niña iba a salir adelante por todas las oraciones y sacrificios que han hecho muchas personas que incluso no conocemos. Pero la angustia profunda que tienes en el cuerpo durante la operación y las 48 horas primeras en la UCI te carcomen el corazón y no sabemos qué hubiera sido de nosotros si el Señor se nos lleva a Nerea al Cielo. El golpe habría sido demoledor; aunque después de esta increíble experiencia, vamos aprendiendo que Dios siempre está ahí, que no pide ningún sacrificio sin darnos previamente su gracia y su ayuda.

Y como si de un milagro se tratara, la niña se recuperó antes de lo previsto de una operación a corazón abierto. El mismo cirujano nos comentó su asombro por lo fácil que le había resultado la operación y lo bien que había estado la niña en su transcurso, ya que no surgió ninguna complicación.

Os enviamos un saludo muy afectuoso.

Sección Vida/Prolife

Yo uso mi nombre, mi talento para escribir y mi personalidad, para hablar de alguien más importante que yo, Jesucristo

Alessandra Borghese (Roma, 1963) es hoy la princesa conversa. Su apellido campea con letras enormes en la fachada de la basílica de San Pedro. Villa Borghese fue cedida por su familia a Roma. Lleva pantalones de pana naranja y habla de su conversión, como en su obra «Con ojos nuevos», que dentro de unos días la pondrá a la venta en español Ediciones Rialp. En Italia acaba de publicar «Sete di Dio» (Sed de Dios).

—Usted pertenece a uno de los linajes italianos más ilustres. «Con ojos nuevos» narra su conversión. ¿Le ha dado ahora a una representante de la «jet set» por el esnobismo de la religión, como ha ocurrido con otras figuras? Por ejemplo, a la princesa de Éboli, que tuvo relación con Santa Teresa de Jesús.
—Sé muy bien que quien decide exponer sus sentimientos está siempre en el punto de mira de todos para ser criticado. La gente puede hablar de ese personaje porque ha llegado a ser un factor público. Yo quiero mostrar a los lectores el bien que hay en mí. La razón por la que escribo no es una razón de exhibicionismo, como diciendo: «Ahora que lo tengo todo, voy también a por la religión». Es algo más importante. Es verdad que hay una intimidad especial en nuestro corazón, entre nosotros y nuestro Señor. Pero hoy más que nunca, hablar de nuestra fe es importante. La religión es un hecho público. Por eso yo quiero hablar, con orgullo, con confianza, con mucho respeto, pero también con mucha alegría, del gran tesoro que es encontrar la fe.

—De su libro, especialmente en Italia, bastantes han comentado que les ha cambiado la vida. ¿Qué escritos la han transformado a usted?
—Hay un libro de mi amigo Leonardo Mondadori, «Conversión», que, cuando lo leí, me dio la fuerza para redactar «Con ojos nuevos». Hay otro libro que en estos años me ha ayudado muchísimo a profundizar en mi fe: «La sal de la tierra», del cardenal Ratzinger. Pero están también los Evangelios. Para mí, los Evangelios son una lectura muy importante, en la que hay que penetrar, que ayuda decisivamente a la reflexión.

—¿Tiene usted ambición ahora de triunfar con sus libros? ¿Su campo profesional está orientado en este momento a la publicación?
—Yo soy muy seria, pero no me tomo en serio. Con mis libros quiero hablar del misterio de la vida, quiero hablar de Jesucristo Nuestro Señor más que de mí. Yo uso mi persona, mi nombre, mi educación, mi talento para escribir y mi personalidad, para hablar de alguien más importante que yo, que puede cambiar la vida de cada persona, que se llama Jesucristo.

—Se ha llegado a comentar que usted podría suceder a Navarro-Valls al frente de la Oficina de Prensa del Vaticano. ¿Le han hecho alguna oferta?
—Conozco a Joaquín Navarro-Valls muy bien. Le tengo un enorme respeto. Pienso que es la persona justa, todavía ahora, con el Papa Joseph Ratzinger, en el lugar justo. Nunca he pensado en sustituirlo. No estoy lo suficientemente preparada para un trabajo tan importante como el suyo.

—De alguna manera se la está poniendo a usted como un ejemplo a seguir. ¿Teme no estar a la altura de las circunstancias, que algo la llevara a no tener la intensidad religiosa que ahora parece tener?
—No, no. Yo no me pongo como ejemplo a seguir, sino que soy un instrumento. A través de mis libros, doy un testimonio, en un mundo tan complicado. Yo sólo digo: en mi vida ha acontecido de este modo.

—La fe, la religión, la vida de fe, ¿es ajustarse a unas reglas?, ¿es cumplir los diez mandamientos?, ¿qué es para usted?
—Diría, antes que nada, que es abrir el corazón a un misterio más grande. Pero sobre todo a una persona que todavía vive hoy, que se llama Jesucristo. Jesucristo no es sólo el personaje palestino de hace dos mil años que nos dijeron que resucitó. Jesucristo está vivo aún en la Eucaristía. Allí se le puede encontrar, y ese encuentro puede cambiar la vida. Nuestra religión no es filosofía, no es ideología. Es un encuentro, un encuentro de amor, porque Él, Jesucristo, nos ha amado primero.

—¿Por qué, al parecer, su vida ha cambiado tan radicalmente, y la vida de tantos cristianos, por el contrario, es tan tibia?
—Yo entiendo muy bien a los cristianos que no cambian porque he sido uno de ellos durante muchos años. Tenemos miedo. Miedo de que al cambiar, al abrir el corazón al misterio más grande, al amor de Jesucristo, eso pueda implicar perder nuestra libertad. Yo probé y por eso escribí «Con ojos nuevos». Siguiendo a Jesucristo, a su enseñanza, nos convertimos en seres más libres. La vida se transforma en otra más bonita y más completa. Tenemos que hacer un pequeño acto de coraje, lo que dijo Juan Pablo II en 1978, cuando lo eligieron Papa: «No tengáis miedo, abrid vuestros corazones a Jesucristo».

—¿Pertenece usted al Opus Dei?
—No. No pertenezco a ningún grupo eclesial.

—¿Qué le llama la atención de la espiritualidad del Opus Dei, si es que algo le llama la atención?
—Me gusta mucho y respeto mucho al Opus Dei. Me gusta mucho San Josemaría Escrivá de Balaguer. Me gusta mucho don Luigi Giussani, de Comunión y Liberación. Respeto muchísmo a los Legionarios de Cristo. Estoy muy abierta a todos los movimientos eclesiales que nacieron después del Concilio Vaticano II, en donde los laicos están implicados en la vida de la Iglesia. Pero no pertenezco a ningún grupo en particular.

—Usted dice que tener sentimientos religiosos, pensando en el budismo, el hinduismo, etc., quizá esté de moda, pero no lo está el ser católico consecuente, siguiendo las enseñanzas de la Iglesia y del Papa. ¿A qué se debe, en su opinión?
—Pienso que hay un poco de superficialidad, como si todo lo que viniera de lejos, todo lo que es exótico, fuera siempre más valioso. Muchas veces encontramos más interesantes las filosofías orientales, pero no sabemos quién es Jesucristo, no conocemos nuestra historia, nuestra cultura, nuestra tradición. Yo he tratado de descubrir nuevamente de dónde vengo, quién soy, a dónde voy y por qué camino marcho. Profundizando en mi religión he hallado un horizonte de belleza.

—¿Tendría que enseñarse la religión en la escuela?
—Yo pienso que es fundamental que haya clase de religión, porque nosotros somos cristianos, de raíz cristiana. Nuestra cultura viene de ahí. Es muy importante enseñar la religión a los niños. Creo que es un error que los padres digan: «Mi hijo decidirá si quiere ser católico u otra cosa». ¡También este problema! ¡Ya tienen tantos problemas, y también éste! Creo que dar los sacramentos a los niños es decisivo y facilita la vida.

—Usted se divorció del multimillonario Costantine Niarchos. ¿Se había casado por la Iglesia? ¿Piensa en un futuro matrimonio?
—No me había casado por la Iglesia. No estoy divorciada.

—¿Es el sexo una dificultad para los católicos?
—Se puede ver como una dificultad. Pero no es sólo el sexo. Y no es la primera dificultad. La primera dificultad es comprender que sin Dios no podemos hacer nada. Mucha gente habla del sexo pensando que es la gran dificultad. No es la gran dificultad. Si charla con los sacerdotes, con las monjas, verá que el sexo no es la dificultad, la gran privación, que no es una privación, es un don, un don para crecer. Le dirán que no es el sexo. Es convivir con los otros. Es ser fiel a la doctrina de la Iglesia.

Resumen de la entrevista publicada en ABC (9.IV.06).

Sección Cultura/Culture

02 abril 2006

Africa necesita colegios con padres involucrados como los que he visto aquí

Mi aventura empieza en 2001 después de observar por un tiempo el bien que hacen los colegios promovidos por los padres en España, especialmente en la formación cristiana y humana que reciben los alumnos, además del resto de formación que se da en cualquier otro colegio.

Empecé a reflexionar sobre cómo montar un colegio parecido en mi país, Congo, hasta que un amigo mío de la carrera universitaria en la Universidad de Kinshasa, me comentó la historia de su hijo de 3 años con su profesora. Nos vimos en Roma durante la canonización de San Josemaría Escrivá. La profesora, de una secta protestante, prohibía a los niños hacer el signo de la cruz antes de comer. Así que a la hora de la comida en casa el pobre niño le dice a su padre que no se hace el signo de la cruz, según su profesora. No me acuerdo cómo acabó aquella discusión entre el padre y su hijo sobre el tema...

Enseguida comenté a mi amigo la urgencia de montar un colegio en el que nosotros, los padres, estuviéramos involucrados en la formación que reciben nuestros hijos. Cada uno regresó a su lugar de residencia Luis a Congo y yo a Pamplona.

En Congo hay un hospital, el Centro Médico Monkole, obra corporativa del Opus Dei, como la Clínica Universitaria en la que ahora trabajo. Allí se organiza con cierta frecuencia un curso de formación para médicos y enfermeras. Fuimos desde la Clínica Universitaria tres personas: un medico anestesista, una enfermera de cuidados intensivos y yo, para dar clases en Congo.

Al terminar ellos regresaron a Pamplona y yo me quedé para reunirme con el grupo de padres con el que había previsto hablar del proyecto mencionado anteriormente. Nos juntamos unos cuantos matrimonios, padres de familia. Decidimos, en primer lugar, montar una asociación llamada “Asociación por la familia” que promueve varias actividades, una de las cuales será los colegios para educar a niños y adolescentes. Todos estuvieron de acuerdo en empezar inmediatamente con el colegio, nos repartimos los encargos, y yo volví a Pamplona.

Diez meses más tarde empezamos el Colegio Minzoto en una parcela con casas de alquiler, con tres clases de educación infantil. Comenzamos con 30 alumnos. Hoy el colegio cuenta, además, con clases de primaria hasta tercer año. En total hay 350 niños, juntos los chicos y las chicas.

En mi país los mejores colegios son los de educación diferenciada. Los padres que no pueden llevar a sus hijos a estos colegios por diferentes motivos, los matriculan en colegios mixtos. Hemos llegados a una fase en la que nos gustaría separar a los alumnos en dos colegios de chicos y de chicas. Estamos buscando financiación para realizar este proyecto. Trabajamos conjuntamente con colegios promovidos por padres de España y de Bélgica.

Nuestra asociación por la familia, trabaja junto con otra asociación de este tipo en Kenia y Nigeria por el bien de la familia africana. Estamos organizando un viaje para asistir al Encuentro Mundial de las Familias, con el Papa, en julio en Valencia.

Sección Familia/Family

Hay muchas personas como yo que no están bautizadas, quizás por que no tienen quién les dé una pequeña ayuda espiritual

Gretty Katherine Salazar ha recibido el bautismo el día 1 de abril en San Sebastián

- Gretty, ¿llevas tiempo en San Sebastián?
Sí, nací en Perú en la provincia de Junin y llevo 2 años aquí bueno en julio se cumple los 2 años.

- ¿Cómo llegaste a trabajar en el Colegio Mayor Ayete?
Por una amiga de mi madre ella me recomendó con Mónica y fui a la entrevista y así estoy aquí.

- ¿Tienes a toda tu familia en san Sebastián?
No, somos 4 hermanos el mayor esta aquí la segunda que soy yo, y la tercera que acaba de llegar, el menor de todos aún está en Perú con mi padre. Sí, para mi fue muy duro dejar mi país sobre todo a mi padre y hermanos

- ¿Hay alguien que te haya ayudado especialmente a conocer la fe cristiana?
Si, Esther me ayudo mucho es una compañera de trabajo a ella le agradezco mucho sobre todo el tenerme paciencia y el guiarme por el camino de Dios.


- ¿Cómo conociste a d. Rafael Hernández?
A don Rafael le conocí por medio de Esther; ella me lo presentó y desde el primer instante él fue muy agradable conmigo

- ¿Cómo crees que podríamos ayudar más a quienes vienen de fuera?
Yo creo que ofreciéndoles su apoyo. Claro que no es fácil salir de un país para entrar a otro país donde todo es muy distinto al tuyo. Es difícil pero teniendo fe en Dios y en que todo va salir bien creo que no hay problemas

- ¿Crees que hay otras personas de Latinoamérica que podrían bautizarse? ¿Qué les aconsejarías?
Sí, sé que hay muchas personas como yo que no están bautizadas y quizás por que no tienen quién les dé una pequeña ayuda espiritual, quién le aconseje; pues que tenga fe y que la edad no importa si uno lo desea con el corazón pertenecer a la familia de Dios no hay nada que lo impida.

Sección Cristianismo/Christianity

Cuando terminé el Camino me di cuenta de que tenía dinero y amor y todo lo demás, pero que no tenía alegría

Hace veinte años Paulo Coelho (Brasil, 1947), autor de “El alquimista”, hizo por primera vez el Camino de Santiago. La experiencia cambió radicalmente su vida, de tal manera que, cada cierto tiempo, celebra el 'cumpleaños' de aquella experiencia. Lo hizo por primera vez en 1996 y repite viaje este año.

-De su primera peregrinación, en 1986, ¿qué recuerdos guarda?
-Partí de Sant Jean de Pied de Port y recuerdo Pamplona, Puente la Reina y Estella. Puntos muy emblemáticos, como Eunate, con su iglesia. Pero, sin duda, mi recuerdo más destacado del recorrido son las personas que encontré, gente muy abierta. Entonces, apenas había albergues y nos alojábamos -mi amigo y yo- en hoteles.

-De aquella experiencia surgió “El peregrino de Compostela”, ¿necesitaba contarla en un libro?'
-Yo quería ser escritor, pero no tenía valor. Cuando terminé el Camino me di cuenta de que tenía dinero y amor y todo lo demás, pero que no tenía alegría. Entonces, decidí hacer lo que siempre había intentado, ser escritor. Y, a partir de esa experiencia, escribí mi primer libro.

-Porque la peregrinación a Compostela cambió su vida...
-Sí, sin duda. La experiencia de caminar a Santiago dio lugar a un cambio interior y, a su vez, al libro que, al mismo tiempo, cambió del todo mi vida. Y, sin duda, a mejor.

-Su best-seller llevó a muchos brasileños a probar su experiencia...
-Considero muy positiva la influencia en los brasileños, porque les estimuló a conocer el Camino, aunque ése no fue el objetivo del libro. Mi intención era contar mi experiencia. Pero, si además sirvió para estimular el bien...

-¿Ha visitado Puente la Reina?
-Sí, el viernes a medianoche lo recorrí junto a mi esposa. Se veía algo que en otros países no se ve, había gente por la calle y por los bares. Se veía la alegría de vivir de España, que me encanta.

-Estos últimos años, los libros, con la religión, el esoterismo o la filosofía están despertando de nuevo la atención de los lectores, ¿a qué cree que se debe?
-Creo que no sólo los libros que abordan esos temas están llamando la atención, sino que la gente está volviendo a leer y, ahora, el libro se considera más importante que hace diez años. Eso me alegra, porque el libro es un modo de reflexionar sobre la vida.

-Una persona abierta a todas las religiones, como usted, ¿qué opina del integrismo?
-Es algo patético. Sea islámico, católico o budista. Creo que es no tener fe en Dios e intentar probarlo uno mismo a través de actitudes, cuando la fe y el amor es comprensión total.

-¿Cuáles son las claves del éxito de un libro?
-Ni idea. No pensar en claves, escribir con el corazón. Si uno lo hace con el corazón, está satisfecho, todo se contagia de entusiasmo.

Fuente Diario de Navarra
Sección Cultura/Culture

25 marzo 2006

“No podíamos dejar que alguien que había luchado tanto, se fuera sin un nombre, como si no hubiera pisado este mundo”

Julia Salinas, médica de la Cruz Roja, relata:

Esta foto es de Chemita... Un sábado estaba de guardia en la Cruz Roja y llegó una niña de 17 años que seguro se había tomado algo para abortar... y dio a luz a este bebé... (no les pongo las demás fotos para que los que no son médicos no se traumen). El caso es que un amigo y yo nos quedamos cuidándolo las pocas horas que vivió... miren el tamaño de sus manitas por favor... (la mano de abajo de la suya es la mía).

La mamá tenía apenas cuatro meses de embarazo! Pero él ya estaba perfectamente bien formadito... uñitas, deditos, orejitas, boquita, todo...

El caso y lo peor de la situación fue que como ni siquiera lo pudimos entubar, (no había cánulas tan chiquitas... además le podíamos tronar los pulmoncitos), entonces tuvimos que quedarnos junto a él todo el tiempo calentándolo con sábanas y lámparas y echándole aire por la boquita. Llegó un momento en que nos quedamos maravillados de la fuerza que tenía ese bebé... créanme que cuando veíamos que su corazoncito empezaba a fallar, dejábamos de darle respiraciones para que no sufriera más... y en el momento en que le quitábamos el aire, el ritmo cardíaco volvía a subir... Impresionante! Nos trajo así casi 4 horas!

Después de muchos intentos, cuando lo vimos que ya estaba medio mal, lo bautizamos (sí, salió la educación religiosa cañón... pero no podíamos dejar que alguien así, que había luchado tanto, se fuera sin un nombre, como si no hubiera pisado este mundo... y como no sabíamos aún si era niño o niña, le pusimos José María... "Chemita" pa´ los cuates...).

Cuando murió, (debo confesar que lloré muchísimo) me puse a pensar en todo lo que él quería vivir, en todo lo que él luchó... y ¡caray! vivió sólo 4 horas!!! y yo a mis 21, casi 22, no he hecho un pepino, me da flojera despertar y vivo "jetona"!!! (1)

El sábado fui con unos niños de primaria y secundaria y les puse la foto, les expliqué lo mismo que les digo a ustedes, etc... Y créanme... miren la cantidad de vidas (la mía, la de mi familia, mis amigos, los doctores y enfermeras de la Cruz, los cabos (2) del sábado y ahora ustedes...) en las que ha influido Chemita... en 4 horas de vida!!!!

Ya quisiéramos muchos esas ansias de luchar por lo que queremos, por vivir... pero la neta (3) es que lo vemos como algo de todos los días, como algo que siempre pasa... ya se nos hizo costumbre respirar, despertarnos, y no vemos lo increíble y la dicha que tenemos de poder cambiar diario este mundo... hacer algo bueno por alguien...

Imagínense las enormes ganas que tenía ese chiquito de sobrevivir. Así que, luchen diario por lo que quieren y acuérdense de esto en las mañanas y cuando tengamos más flojera que nunca.

En España:
(1) adormecida
(2) soldados
(3) en realidad
Fuente: es.catholic.net
Sección Vida/Prolife

La conversión espiritual de una escritora exiliada por la guerra española

Ernestina de Champourcin (Vitoria 1905 - Madrid 1999), poeta de la Generación del 27, fue discípula de Juan Ramón Jiménez y esposa de Juan José Domenchina, secretario político de Manuel Azaña. Desde 1939 hasta 1972 se vio obligada a residir en México. Allí experimentó la conversión espiritual que marcaría definitivamente su obra poética y su compromiso con la promoción de la mujer.



Sección Cultura/Culture

"Tranquila, ya he salido, ya puedes acabar de curarte"

Jaime Fermín Martínez Pando llegó al mundo hace seis años con 2,300 kilogramos de peso. Su madre, la gijonesa de 36 años Beatriz Pando, supo en el quinto mes de embarazo que padecía un cáncer de mama. Siguió tratamiento de quimioterapia en la CUN durante el embarazo.

-Dicen que las madres embarazadas se comunican con sus hijos, ¿qué se decían en aquellos momentos?
-Me encontraba tan mal que no estaba para cosas tan tiernas. Lo que sí sufría era porque el niño se movía mucho, y yo notaba que sus movimientos eran de sufrimiento. Él estaba pasando la quimioterapia conmigo, y el pobre no tenía culpa ninguna. Sabía que la placenta le protegía, pero pensaba: «¿Y si alguna célula cancerígena se cuela?». Tenía dudas, aunque los médicos me aseguraban lo contrario. Y tenía muchas ganas de que naciera porque no quería que sufriera por la quimioterapia.

-¿Cómo fue, tras los tratamientos, el parto?
- No tenía siete meses y me sobrevino. Lo habíamos planeado para que Guillermo López me asistiera, pero el niño no aguantó. El ginecólogo que me atendió en el Hospital de Cabueñes (Gijón), especialista en partos de alto riesgo, lo hizo muy bien. Fue horrible: sin epidural, sin anestesia, con un fallo en el riñón, taquicardias... Doce horas espantosas y por poco me tienen que hacer una cesárea. El niño era inteligente antes de nacer: el ginecólogo dijo que nació solo. Me lo pusieron encima, me miró y se apoyó en mí como diciendo «tranquila, ya he salido, ya puedes acabar de curarte».

-¿Qué sintió, después de todo, al tenerle en sus brazos?
-No se puede expresar con palabras. Lo sigo recordando y se me saltan las lágrimas. Maravilloso. Más cuando vi que estaba bien. Lo atendió el doctor Solís, un gran pediatra que se molestó en estudiar mi caso.

-Seis años después, con un hijo y el cáncer superado, ¿cómo es su vida?
-Absolutamente normal, que no vulgar. Me encuentro fenomenal. De salud, física y psíquicamente yo creo que mejor que antes, porque yo creo que las circunstancias de la vida o acaban contigo o te refuerzan.

-¿Piensa en más hijos?
-Sí. En noviembre me hice una mastectomía profiláctica del otro pecho, aunque no era necesaria. Quiero tener otro hijo y estoy en perfectas condiciones para conseguirlo. Soy una mujer normal y en edad fértil.


Fuente: Diario de Navarra
Sección Vida/Prolife

19 marzo 2006

Al principio teníamos la sensación del desconcierto, que te deja congelado y te paraliza

Me llamo Alejandro Navarro y soy padre de familia numerosa. Mi mujer, Berta y yo, queremos compartir con vosotros nuestra última experiencia de paternidad vivida el pasado mes de agosto cuando nació nuestra hija pequeña Maria Lourdes (familiarmente le llamamos Lou). Es la ultima de 6 hermanos, todos muy seguidos, y ha nacido con Síndrome de Down. La verdad es que fue una sorpresa que no esperábamos pero gracias a la fe que tanto mi mujer como yo tenemos y a la disponibilidad plena para lo que la vida nos depare, supimos encajarlo muy bien.

Al principio teníamos la sensación del desconcierto que crea una situación inesperada. ¡Nos sentíamos padres primerizos! No sabíamos muy bien lo que el síndrome iba a suponer en la vida de la niña, en nuestra vida y en la de todos los que nos rodean. Era como si hubiésemos planeado un viaje a Italia, pensando en ver un montón de monumentos, sabiendo lo que íbamos a comer, dónde nos íbamos a alojar, lo que visitar…. Y de repente, al aterrizar el avión, nos encontrásemos en Holanda.

Pasado ese primer momento que te deja congelado y en cierto modo te paraliza, decidimos ponernos en manos de Dios y dejarnos guiar por El que seguro que sabe más. Rezamos un rosario a la Virgen poniéndonos bajo la protección de su manto y hasta decidimos entonces que nuestra hija se llamase Lourdes en su honor y no como hasta entonces teníamos pensado.

El siguiente paso era comunicárselo a la familia. La verdad es que nos sentimos muy afortunados, y enviamos el siguiente SMS: "Ya hemos sido papás. Dios nos ha enviado una preciosa niña Down que le vamos a llamar María Lourdes. Damos gracias a Dios por enviarnos esta bendición ya que, por el amor que desprende, nos va a ayudar a estar mucho más cerca de Dios, nos unirá más a Él y nos acercará a su felicidad. Os pedimos una oración por María Lourdes para que Dios le facilite el conocerle, disfrutarle y amarle aquí en la tierra junto a todos nosotros.
Un fuerte abrazo, Berta-Alex."

¡Tenemos una familia maravillosa que se volcó con nosotros en todo momento y no sabéis cuanto se agradece! Para ellos también fue una sorpresa tremenda que supieron asumir de manera ejemplar. Recibimos un montón de felicitaciones y mensajes conmovedores.

Todo esto que sucedía tan rápidamente nos hizo reflexionar sobre la importancia de la familia. Una institución importantísima para el individuo y la sociedad. Dentro de la familia nos sentimos seguros, apoyados y queridos. Es un medio en el cual la persona se puede desarrollar plenamente. Y eso es precisamente lo que todos queremos para nuestros hijos: que sean personas íntegras, de una sola pieza. Para ello hay que inculcarles desde pequeños una escala de valores en la que el amor a Dios y al ser humano prime sobre el resto de cosas.

Con motivo del nacimiento de Lou, hemos tenido ocasión de hablar con gente que cree que es mejor que estos niños no nazcan. Nos han llamado incluso “valientes” por tener una niña así, cuando nosotros pensamos que todos tenemos derecho a la vida, independientemente de nuestra salud o de nuestras capacidades, porque la vida es un regalo de Dios que nos transmiten nuestros padres. Por lo tanto no son los padres quienes deben decidir si dejarnos vivir o no.

La verdad es que Lou con lo chiquitina que es, ha ”removido” muchos corazones a nuestro alrededor. Desprende amor por los cuatro costados y diariamente nos recuerda lo poco que hace falta para ser feliz en la vida. Su sencillez, su naturalidad y la bondad de su mirada nos enternecen a todos. Es un ejemplo de tolerancia y solidaridad para con los que no tienen las mismas capacidades que nosotros y pensamos, que tenerle en casa es un privilegio para nuestra familia.

Por último, no quería dejar pasar la oportunidad de agradecer públicamente a todos los que nos orientan y ayudan en la labor de desarrollar al máximo los potenciales de nuestra hija: a la Fundación Síndrome de Down del País Vasco, a familiares y amigos, en especial a Leyre y Rober (que fueron un referente para nosotros al haber pasado por esta experiencia antes).
También dar las gracias a mi hija, Lou. Sin ella no tendría yo la suerte de estar con ustedes esta tarde. Y por supuesto, gracias a Dios, por la inmensa suerte de tener el regalo de la fe.

Sección Vida/Prolife

El testimonio de los sin voz, o el via crucis de los inocentes

Estas imágenes pueden herir su sensibilidad. En realidad, deberían herirla. Son niños que dan testimonio no hablando sino muriendo.
Mueren sin saber siquiera que mueren. Es el sufrimiento injusto de unos niños que mueren sin haber sido queridos por nadie.



Sección Vida/Prolife

Yo debo ser lo último en posmodernidad…

Hay gente que no entiende la penitencia, pero ve bien otras molestias.

Recientemente un ciudadano británico se hizo con el primer puesto del campeonato mundial de piercing, habiendo logrado insertarse más de mil piezas metálicas en todo su cuerpo, incluyendo los lugares más insospechados. Venció en buena lid con los mejores fakires del Este y no faltaron quienes hubieron de retirarse durante la prueba, desfallecidos a causa de las numerosas perforaciones. Salió en toda la prensa, luciendo sus tatuajes y piercings.

Durante los últimos meses, la publicidad de alguna corporación dermoestética prolifera en periódicos nacionales, a página impar completa, que cuesta un ojo de la cara. Si yo tuviese que abonar el importe, yo sí que sería paciente de una cirugía estética para tapar el agujero. Pues bien, la mejora de la estética personal debe ser un negocio muy lucrativo. Intervenciones quirúrgicas como liftings, liposucciones, retoques de nariz, orejas y labios, y de toda una amplia anatomía, parecen estar muy bien consideradas socialmente.

También está de moda jugarse el pellejo por diversión, eso sí, con ciertas cotas de seguridad. Prolifera la práctica del puenting y de todo tipo de deportes de riesgo, o deportes tradicionales pero llevados a límites extenuantes. Los promocionan agencias de aventura, y es un sector turístico en boga.

Y por si fuera poco, a muchos el ritmo de vida laboral a menudo no les permite comer bien, y han de contentarse con algo de fast food de dudosa calidad. O terminan durmiendo poco y mal, porque hay que quedarse hasta tarde para ver un bodrio de historias marcianas. Y el fin de semana es casi obligatorio trasnochar, y tomar bien de sustancias de probada toxicidad. No hay quien descanse, y todo para pasarlo bien.

Ahora bien, si aparece alguien diciendo que hace algo de penitencia, o mortificación, o como se le quiera llamar, por motivos religiosos, se arma la de sanquintín. La penitencia de toda la vida, la que han hecho todos los santos que en el mundo han sido, es pasar un poco de hambre o de sueño, o estar incómodo, pero sin riesgo para la salud.

No sé por qué se extrañan tanto algunos. Desde hace mucho tiempo, en Semana Santa las calles se llenan de costaleros y penitentes; algunos llevan cruces, otros arrastran cadenas. También hay picados y otras especies. Que nadie piense que les ha contratado la agencia de viajes para que los guiris vean un poco de tenebrismo del oscuro medievo.

Esos nazarenos y yo hacemos penitencia, cada uno a su modo. Yo prefiero en privado, en menor cantidad pero más a menudo. ¿Habremos cerrado el círculo de la posmodernidad?

Eusebio Eizaguirre, “Eisa”, marzo 2006

Sección Cristianismo/Christianity

13 marzo 2006

Mi hija ha salido de la mente de Dios; para mí es perfecta


Antonio José Crespo y Blanca Ferro contaron ante más de 6.000 personas, en el Encuentro de Familias, cómo se apoyan en la fe para afrontar la pérdida de su bebé


Me llamo Antonio José y mi mujer, Blanca. Llevamos casados diecisiete años, tenemos cinco hijos (Blanca, que tiene 16; Pablo, de 15; Javier, de 13; Beatriz, de 11 y Vega, que tiene 2) y como se ve, estamos esperando nuestro sexto hijo, para mayo.

Quisiera contaros –dice Blanca- la oportunidad que Dios nos ha dado en los últimos meses para mostrar a nuestros hijos el sentido cristiano del dolor. Carola, que es como se llama la hija que esperamos viene con una malformación muy grave que no tiene solución médica, de manera que si Dios no dispone otra cosa fallecerá a las pocas horas de nacer y ser bautizada. Nuestros otros hijos lo saben desde el primer momento y desde entonces, al igual que nosotros y todos aquellos que nos quieren, rezan y hacen rezar a sus amigos y amigas por ella pidiendo un milagro por intercesión de D. Alvaro del Portillo. Y como aceptan de antemano la voluntad de Dios, dan un ejemplo de fe y coherencia de vida a muchos que huyen del dolor porque no le ven sentido y niegan el valor sagrado de toda vida humana aun enferma.

Mi hija ha salido de la mente de Dios. Para mí es perfecta, para Él todavía más. Aunque tengo momentos de bajón, intento superarlos pronto, no dejando que el dolor me impida cumplir con mis deberes para el resto de mi familia, que tiene derecho a una mujer y una madre serena y alegre. Intento como San Pablo encontrar la alegría en la tribulación. Os aseguro que se puede. Cuento con la oración de mucha gente y sé que a partir de hoy también con la vuestra.

Antonio José: Desde el primer momento de nuestro matrimonio (y yo diría que incluso desde el noviazgo) teníamos claro qué tipo de educación queríamos para ellos. Hemos luchado por tener siempre presente en nuestra vida el compromiso que adquirimos el día de la boda de recibir responsablemente de Dios los hijos y educarlos en la fe de la Iglesia. Para ello hemos procurado transmitirles desde pequeños que Dios es un Ser cercano al que nos dirigimos habitualmente como uno más en la familia, tratándolo con confianza de hijos que se saben infinitamente queridos por su Padre del cielo y sin miedo a manifestarse, a contracorriente si es necesario, como cristianos allí donde se encuentren.

Hemos intentado transmitirles algunas manifestaciones prácticas de la fe: ofrecer a Dios todas las obras del día al levantarse por las mañanas y despedirse de El por la noche al acostarse, con oraciones apropiadas a la edad de cada uno; tratar a la Virgen como Madre, saludándola de manera especial a mediodía con el Ángelus; bendecir la mesa con naturalidad, incluso cuando estamos fuera de casa o con otras personas que no son de la familia; asistir en familia a la Santa Misa los domingos; pedir confiadamente y saber ofrecer a Dios pequeños sacrificios por intenciones concretas que les afectan a ellos, a sus hermanos, familiares y amigos, o a otras personas incluso lejanas y desconocidas, etc.

En esta tarea han colaborado desde el principio, y lo siguen haciendo, los colegios que elegimos para ellos, donde la educación que reciben es continuación de la que reciben en casa; y también los clubes juveniles que frecuentan donde además del estudio y de las actividades de tiempo libre asisten a los medios de formación espiritual que facilita el Opus Dei. Aprovecho para dar gracias a Dios por haber suscitado en su Iglesia a San Josemaría, de cuyas enseñanzas llevamos Blanca, como cooperadora y yo como miembro supernumerario de la Obra más de veinte años recibiendo orientación y estímulo.

En esta tarea apasionante de educar a los hijos -habla ahora Blanca- nos ha sido también de gran ayuda la asistencia a cursos de orientación familiar en los que hemos intentando formarnos mejor como padres, pues ningún hijo viene al mundo con un manual para su educación. Hemos intentado educarlos en libertad, enseñándoles que su responsabilidad es en primer lugar y sobre todo ante Dios.


El testimonio fue ofrecido en el Encuentro de las Familias en Murcia, ante más de 6.000 personas, para preparar el viaje del Papa a Valencia.

Después de las intervenciones de las familias, el alcalde de Murcia, Miguel Ángel Cámara, señaló que es posible «compaginar nuestro trabajo y nuestras creencias, sin dejar de ser moderno».

Sección Vida/Prolife

09 marzo 2006

En la calle también es posible

Incluimos un vídeo con imágenes y voz de San Josemaría Escrivá, el Fundador del Opus Dei. Durante toda su vida predicó incansablemente que la santidad es para todos, no sólo para unos pocos privilegiados. Que es en medio de la calle, con la familia, en el trabajo, con los colegas y amigos donde podemos y debemos encontrar a Dios y tratarle.

Seguir a Cristo -decía- no significa refugiarse en el templo, encogiéndose de hombros ante el desarrollo de la sociedad, ante los aciertos o las aberraciones de los hombres y de los pueblos. La fe cristiana, al contrario, nos lleva a ver el mundo como creación del Señor, a apreciar, por tanto, todo lo noble y todo lo bello, a reconocer la dignidad de cada persona, hecha a imagen de Dios, y a admirar ese don especialísimo de la libertad, por la que somos dueños de nuestros propios actos y podemos —con la gracia del Cielo— construir nuestro destino eterno. (Es Cristo que pasa, 99, 3)



Sección Cristianismo/Christianity